Esta vez traigo el premio Nadal de 1955 y que es una de las novelas realistas de los cincuenta que mayor influencia tuvo en la narrativa española. Una obra señalada por la crítica nacional e internacional como una de las novelas españolas más importantes de la literatura contemporánea.
Segunda novela de Ferlosio, tras el éxito de su obra "Industrias y andanzas de Alfanhuí" de 1951. Esta novela hiper-realista, nos traslada a una calurosa tarde de domingo en el mes de agosto. Un grupo de amigos madrileños deciden pasar el día a sus orillas y así evitar el calor. A partir de ahí, todo se mezcla, desde el jugar a las cartas, bañarse, beber y los amores veraniegos.A la par de esto, se nos narra un día normal en la taberna de Mauricio, entrando aquí una parte de la sociedad española de la época. Cuando los jóvenes madrileños van al bar, se mezclan con los pueblerinos y humildes. Aquí se muestra su arrogancia en contraste con la sencillez y sabiduría popular de los asiduos al bar.
Ferlosio usa la técnica del narrador observador. Está escrito en 3ª persona pero el narrador no conoce los sentimientos de los personajes, solamente nos transmite lo que ve, aumentando la sensación de objetividad del relato. Es una novela de mezclas, pues también se junta lo efímero de la vida humana con la inmutabilidad de la naturaleza. El río siempre estará ahí, mientras que sus visitantes no.Es una gran novela en la que Ferlosio nos introduce en la vida de la época, tanto como la de los jóvenes de ciudades como de la de la gente de los pueblos. Es una obra para aquellos que les guste el realismo porque si no es así, puede resultar lenta y pesada. Para mí, es una gran novela pues me gusta lo real y social. Os animo a que os acerquéis a nuestras grandes y clásicas novelas, que solemos tener todos en las estanterías cogiendo polvo, pero que si están ahí será por algo.
Os dejo un fragmento para que podáis ver dichas características: "-Eso es así -dijo el pastor-, por suerte o por desgracia. No puede ser más que de esa manera; unos se ríen con lo que a otros les cuesta de llorar. Y esto del Jarama no es de hoy; siempre tuvo esas cosas; llevan viniendo a bañarse qué sé yo el tiempo, desde muchísimo antes de la guerra; una costumbre del año catapum; y todos, todos los veranos, tienen que ahogarse tres o cuatro madrileños." (pp. 323-324)
Segunda novela de Ferlosio, tras el éxito de su obra "Industrias y andanzas de Alfanhuí" de 1951. Esta novela hiper-realista, nos traslada a una calurosa tarde de domingo en el mes de agosto. Un grupo de amigos madrileños deciden pasar el día a sus orillas y así evitar el calor. A partir de ahí, todo se mezcla, desde el jugar a las cartas, bañarse, beber y los amores veraniegos.A la par de esto, se nos narra un día normal en la taberna de Mauricio, entrando aquí una parte de la sociedad española de la época. Cuando los jóvenes madrileños van al bar, se mezclan con los pueblerinos y humildes. Aquí se muestra su arrogancia en contraste con la sencillez y sabiduría popular de los asiduos al bar.
Ferlosio usa la técnica del narrador observador. Está escrito en 3ª persona pero el narrador no conoce los sentimientos de los personajes, solamente nos transmite lo que ve, aumentando la sensación de objetividad del relato. Es una novela de mezclas, pues también se junta lo efímero de la vida humana con la inmutabilidad de la naturaleza. El río siempre estará ahí, mientras que sus visitantes no.Es una gran novela en la que Ferlosio nos introduce en la vida de la época, tanto como la de los jóvenes de ciudades como de la de la gente de los pueblos. Es una obra para aquellos que les guste el realismo porque si no es así, puede resultar lenta y pesada. Para mí, es una gran novela pues me gusta lo real y social. Os animo a que os acerquéis a nuestras grandes y clásicas novelas, que solemos tener todos en las estanterías cogiendo polvo, pero que si están ahí será por algo.
Os dejo un fragmento para que podáis ver dichas características: "-Eso es así -dijo el pastor-, por suerte o por desgracia. No puede ser más que de esa manera; unos se ríen con lo que a otros les cuesta de llorar. Y esto del Jarama no es de hoy; siempre tuvo esas cosas; llevan viniendo a bañarse qué sé yo el tiempo, desde muchísimo antes de la guerra; una costumbre del año catapum; y todos, todos los veranos, tienen que ahogarse tres o cuatro madrileños." (pp. 323-324)
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